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A principios del siglo XX los antropólogos comenzaron a relacionarse directamente con los pueblos nativos como un requisito indispensable para ejercer la antropología, lo que le dio un sello distintivo a nuestra disciplina. Desde diferentes orientaciones teóricas, Boas en Estados Unidos y Malinowski en Inglaterra han sido considerados los creadores del trabajo de campo etnográfico, y Malinowski, posiblemente, fue el primero en haberle dado lugar preponderante a la relación cara a cara etnógrafo-nativos. En Estados Unidos el trabajo de campo se desarrolló en el Departamento de Sociología de la Universidad de Chicago, que quería aplicar esa metodología cualitativa y focalizada también a los estudios urbanos de grupos diferenciados dentro de las ciudades, especialmente los grupos marginales y vulnerables. Desde la antropología se ha considerado a la etnografía como un método cualitativo sustentado en el trabajo de campo. Décadas atrás distintas disciplinas dentro de las ciencias sociales, y especialidades dentro de la antropología, se han apropiado del método etnográfico de la antropología clásica y le han imprimido otras características. En esta sesión se proporcionará un panorama de los métodos etnográficos y las concepciones sobre el trabajo de campo que se han elaborado desde la antropología latinoamericana a partir de la década de 1970. Precisamente, la orientación antropológica pluralista comenzó a construirse hacia 1971 a partir de las reuniones y declaraciones del Grupo de Barbados. También se la conoce como antropología comprometida, tanto porque algunos estudios constituían verdaderas denuncias sobre la situación de colonialismo interno que vivían los indígenas, como porque entre sus objetivos y compromisos principales estaban la realización de investigaciones de interés para los pueblos y la devolución del conocimiento adquirido en las comunidades. Otro enfoque y metodología surgido en Colombia entre 1970 y 1980 fue la Investigación-Acción Participativa (IAP), (Fals Borda, 1986, 1987). En Brasil, O Trabalho do antropólogo (1996), de Roberto Cardoso de Oliveira, señalaba el carácter constitutivo del Mirar, Escuchar y Escribir en la elaboración del conocimiento propio de la etnografía antropológica, reconociendo que las cuestiones epistemológicas condicionan tanto la investigación empírica como la construcción del texto, resultado de la investigación. La corriente que más ha impactado en la concepción y la práctica de la etnografía en todo el mundo en las últimas décadas es la llamada antropología posmoderna que, como señala Reynoso (1991), dio impulso a un proceso de transformación del paradigma dominante hacia una antropología interpretativa o hermenéutica, conocida como antropología reflexiva, generada en los países centrales y considerada como un parteaguas en la concepción y práctica de la etnografía. Este giro fue propiciado, entre otros, por Clifford Geertz (1987), para quien el objeto de conocimiento de la antropología eran los significados que los actores sociales atribuían a sus acciones y el entramado de significados que construían como cultura. Actualmente, algunos autores identifican dos vertientes en el quehacer etnográfico: por una parte, una etnografía de tendencia academicista, dedicada al relato testimonial propio de la experiencia etnográfica, que cultiva la reflexividad del autor-antropólogo, y por otra, una etnografía activista y militante que pretende ser útil y que se dedica a formar y empoderar a los actores sociales auto-reflexivos, que serán los promotores de los movimientos sociales (Dietz, 2011). Se presentarán también la metodología de la horizontalidad (2020) y la etnografía colaborativa, que postula un diálogo de saberes y co-teorización entre etnógrafo y actores sociales.
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