Page 84 - El oído chamánico
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Serie Adugo biri I 9 destinamos estos comentarios, con el único fin de infundirles otro aliento: esa “obediencia al viento” a la que apuntaba Meschonnic al final de su Crítica del ritmo. Tatewarí, el fuego Tal vez el poema de Nierika que más abierta y radicalmente asuma las características de una poética ritual sea el “Himno a Tatewarí” (82-88). El propio Serge Pey lo define, a su fin, como un “poema chamánico”, aunque la precisión va antecedida por otra descripción genérica más “ilustrada”: “Diccionario del fuego” (88). Su carácter ritual se refleja en dos vertientes: su organización discursiva y su proyección escénica o performática. En efecto, en varias ocasiones el poeta ha ejecutado este poema, de maneras diversas, notablemente en Quebec, en el año 2000, durante el Festival de performance Le Lieu, acompañado por la música electrónica de Joachim Montessuis, en el marco de una auténtica ritualización del canto huichol —podemos llamarlo así, aunque se trate de una reinvención a partir de una escucha de cantos chamánicos, y de una escucha propiamente chamánica—, durante la cual el poeta ritma la lectura oscilante y vibratoria del poema, ascendente y descendente, pero siempre voraz, con el monótono y repetitivo pisoteo de sus pies provistos de sonajas, dando mayor resonancia a su voz, y abriendo el “campo” al sonido o ruido creciente, o en aumento constante, de la música, 84