Page 72 - El oído chamánico
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Serie Adugo biri I 9 poema—, hay que extirpar de sí mismo —de su cuerpo, de su cerebro, de su boca, de su lenguaje— todo binarismo; más allá del dos, el mundo se abre como una flor gigantesca, y los polos antagónicos se funden el uno en el otro, o incluso se completan en una misma organicidad, a la manera del pétalo y de la raíz. Ahora bien, para la realización efectiva de los postulados dictados por una lógica de inclusión generalizada, como esa, la música es absolutamente necesaria, y antes que nada esa música percibida acusmáticamente a partir de todas las cajas de resonancia ocultas en el universo, pero también la música hecha por los hombres, que resuena en las inmediaciones del poema, y en ósmosis con él,58 sobre todo durante su realización performática. De la poesía, estamos sin duda autorizados a decir: “Esta casa / ama la música / y no tiene techo / porque no tiene nada que proteger” (Rostros de la escalera de la silla y del fuego / Visages de l’échelle de la chaise et du feu: 23). Como consecuencia de lo cual, la primera de las dos músicas mencionadas galvaniza la operación por la cual se elabora el poema. Es preciso, para ello, suscitar el entorno acusmático propicio, y este poeta que confiesa amar “la música de los saxofones que llenan el vientre de 58 De todos los dispositivos musicales que ritman las perfomances de Serge Pey podría decirse lo que dice él mismo de las relacionadas con los “afiladores de cuchillos”: “El ritmo de los cuchillos al frotarse en la piedra de afilar no es tanto un acompañamiento musical como una gramática sonora” (Los afiladores de cuchillos / Les aguisseurs de couteaux: 8). 72