Page 46 - El oído chamánico
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Serie Adugo biri I 9 hablarles a las ardillas y a los pájaros, después volvía a bajar a la llanura, con los perros, y corría tras los caballos que cruzaban el valle hasta la meseta de los malditos” (La lengua de los perros / La langue des chiens: 14). En el cosmos recompuesto de la infancia, la lengua secreta se extiende a todos los reinos, a todos los elementos, y sus características chamánicas no terminan ahí. Llena todos los espacios cercanos o lejanos, del paisaje de los alrededores (incluidas sus zonas turbias y marginales) a los fenómenos meteorológicos y los objetos celestes, y sobre todo sabe hacer surgir por todas partes las leyes ocultas, las gramáticas generativas agazapadas en los recovecos de todo ser y de todas las cosas, y que implican lógicas complejas, como las, “temblorosas”, “del polvo”. El temblor de esas lógicas las vincula a la dinámica de la vibración: una vez más, sólo un oído chamánico es capaz de percibir sus resonancias y razones. En la edad adulta, es de hecho ese oído el que permite “reactualizar la palabra salvaje” de la infancia (Gamaleya, 1986: 34), a fin de que el poema viva:30 “Esta noche el eco vuelve, lo escucho: / —Abia, quiero que me cantes, ¡cántame en la lengua de las bestias! / Y mi abuela vuelve a comenzar, en medio de la claridad, con su voz de muchacha de cabellos blancos, a murmurar las coplas de una lengua que solamente comprenden los ángeles y los fantasmas de los perros que rondan ahora por los sueños vaciando a veces basureros de 30 Boris Gamaleya, de las islas Reunión, es otro poeta clariaudiente. 46  


































































































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