Page 30 - El oído chamánico
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Serie Adugo biri I 9 El poeta oye voces, es la voz de Dios que le habla a Moisés, la Virgen fue parida por la oreja, y la oreja es aún el sexo de la voz, como entre los dogones o los gnósticos.11 La segunda fase peyótica, la de las alucinaciones auditivas y visuales,12 no tiene menos valor paradigmático para la obra de Pey. Aquí, el fenómeno comienza por la amplificación de sonidos percibidos (eructos), a partir de lo cual se pone en marcha un proceso alucinatorio propiamente hablando, que es casi como la puesta en acto de una adivinación, operación oculta de diagnóstico casi médico —conducida además, a menudo, a partir de borborigmos o eructos—, y ello bajo el sello del enigma (¿audición del tiempo y visión del espacio?): “Escuché el ruido enorme de dos bocas en la pieza que eructaban aceitunas y después los sonidos de un reloj contenido por cuatro abrigos” (Los afiladJores de cuchillos / Les aguisseurs de couteaux: 134). Allá, el poeta le pide a su lector atender como él a un fenómeno fantástico (una quimera alada que viene a llenar una arquitectura acuática): “Escuchen / al caballo de pezuñas de pájaro / que 11 La lengua arrancada o la poesía oral de acción / La langue arrachée ou la poésie orale d’action. 12 “Además de ligeros ruidos alucinatorios, Havelock Ellis experimenta un tintineo en los oídos” (Rouhier: 307). En cuanto a Weil Mitchell, tiene “una alucinación del oído” que engendra una visión: “Escuché sonidos rítmicos que parecían acercarse. Vi entonces la playa de Newport” (Rouhier: 307). 30