Page 28 - El oído chamánico
P. 28
Serie Adugo biri I 9 retomado en otra parte, pero invertido. El silencio es entonces concebido como indivisible, densidad contundente que hace nacer el sonido al raspar lo real: “El silencio no se desgarra nunca, es como un pedazo de vidrio que raya lo que se oye” (La dirección del granizo / La direction de la grêle). Para dar cuenta de esas operaciones auditivas habría que inventar, sobre el modelo de clarividencia, la palabra clariaudiencia. Esa percepción sutil, a la vez visión y escucha, instalada en los agujeros del mundo para mejor captar su sentido, es generalmente reivindicada como una especificidad del chamanismo: “clarividente, clariaudiente”, así califica Mario Mercier al chamán, por ejemplo (Mercier: 183).8 Para añadir más adelante: Siempre es fácil argumentar que los ojos no ven, que las orejas no oyen más que los que les ha sido dado ver y oír... Pero ¿hemos pensado alguna vez que, más allá de esos ojos y esos oídos corporales, existen los ojos y los oídos del 8 En realidad, ese dispositivo no es exclusivo del chamanismo, y a través de él Pey se une al trayecto de muchos místicos, por ejemplo de Rumi, fundador en el siglo xiii de la Orden de los Derviches Giróvagos: “Esfuérzate por hacer pasar tu idea de tu oído a tu ojo, para que lo que hasta entonces era irreal se vuelva real; / Después de eso, tu oído se volverá de la misma naturaleza que tu ojo” (apud Meyerovitch: 107). 28