Page 26 - El oído chamánico
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Serie Adugo biri I 9 palabra poética) en letras espaciadas— a una escucha cada vez más fina, cada vez más infinitesimal: “P l u m a del pequeño ruido / p l u m a del más pequeño ruido” (Nierika). A lo que se responde más lejos: “ahora el soplo está a su nivel más sordo” (Vertenebra / Vertenebre: 40). Elevarse en un tono alto, hacia el ultrasonido, es pues, al mismo tiempo, hundirse y fundirse en un tono bajo, hacia el infrasonido, como si cada uno de esos dos infinitos estuviera sifonado uno en el otro, sirviendo el oído de vaso comunicante entre los sonidos más sordos y los sonidos más pesados. Por eso, como en toda empresa espiritual, es en el corazón mismo del silencio donde la escucha busca inmiscuirse y habitar. Se trata, gradualmente, de instalarse en los tejidos más frágiles de la vida, como para preservarlos: “Un silencio revela un silencio más pequeño y lo sustrae a la gran multiplicación de los mundos” (Los afiladores de cuchillos / Les aguisseurs des couteaux: 133). En nombre de esa inquietud, las anotaciones sutiles sobre el silencio, bien precioso, aunque demasiado a menudo olvidado, abundan en la obra de Serge Pey. Hemos elegido privilegiar algunas de ellas aquí, en razón de lecciones que era importante entender. Para comenzar, esa indicación programática según la cual, no siendo el silencio un vacío del sonido, el poeta debe ofrecerle una atención específica: “Escucho / las frecuencias del silencio” (El niño arqueólogo / L’enfant archéologue: 47). Hacerse poroso al espectro sonoro del 26  


































































































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