Page 24 - El oído chamánico
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Serie Adugo biri I 9 eco a lo largo de la obra. Es así como el zumbido de una abeja se deja oír como un llamado musical —“la miel inacabada / de los timbres de las abejas” (Vertenebra / Vertenebre: 24)—, e incluso como un auténtico canto (Rostros de la escalera de la silla y del fuego / Visages de l’échelle de la chaise et du feu: 12). De hecho, toda infinidad sonora percibida por hiperacusia se entremezcla al silencio, que se convierte, a partir de ese momento, en su contrapunto vibrátil: si se dice que “los insectos trenzan el silencio” (Vertenebra / Vertenebre: 12), es en nombre de la empatía sutil entre el sonido sostenido infinitamente y el silencio, al menos esa que el oído, bajo ciertas condiciones, puede asir. Lo que no es para nada contradictorio con la facultad que éste puede poseer, en el curso de esa misma experiencia, de escuchar los sonidos más mínimos, por ejemplo las vibraciones creadas por ciertos dispositivos luminosos, amplificándolos hasta lo insostenible: “Los lámparos hacen un ruido de mil campanas” (La dirección del granizo / La direction de la grêle).6 Todo un imaginario del sonido de campanas se anima por cierto en el crisol del oído de Serge Pey, y ese imaginario, hecho de ondas vibratorias que se propagan lo mismo por deflagración 6 Las citas sin referencia de página corresponden a obras que nos fueron enviadas por vía electrónica, y sin paginación, por Serge Pey: Nierika, L’horizon est une bouche tordue, La direction de la grêle, Corbeau définitif , Comment branler le Bouddha, Ahuc: poèmes strategiques y La langue arrachée. 24