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Este repositorio tiene el objetivo de concentrar, de manera ordenada y sistemática, los resultados de la documentación en campo de
materiales orales en todas las lenguas habladas en México: no sólo el español y las lenguas que hablan los pueblos indígenas, sino también una serie abundante de
lenguas que se hablan en el mismo territorio como resultado de distintas migraciones. Su propósito es permitir la consulta de esos materiales no sólo a especialistas
de diversas disciplinas, sino también a las distintas comunidades en las que se documentaron.
El archivo de materiales sonoros, videográficos y textuales al que se puede acceder desde esta plataforma electrónica se ha construido colectivamente.
Reúne el trabajo de muchos documentadores que, por diversos motivos, se han encargado en distintos momentos de la historia de registrar las narraciones,
los cantos, los gestos y la memoria hablada de las personas en México. Pero también es una construcción colectiva porque sin todas esas voces y todas esas
personas este material no existiría.
Fragmentos aleatorios de Actos Comunicativos
del acto comunicativo: "La música nos encuentra"
Jorge Luis Morelia Murguía
Ana Zarina Palafox Méndez
MIRSA: Y bueno, un poquito más como retomando también lo que ya nos habías contado, eh, ¿has escuchado sobre el término son comercial?
ANA: El término son comercial yo lo he escuchado pero en diferentes contextos, y no sabría a cuál se refiere quien, ¿no? Pero para mí, pensar en son comercial es como música comercial en general, una música que desde que nace se planea para hacerlo un producto y no un acto creativo para compartir simplemente, ¿no? Entonces, eh, o pienso que a lo mejor, se hacen huapangos de autor. Ahorita me vienen a la mente dos, y no los quiero mencionar, ¿no?, para, para no adjudicar mal ejemplo, personalizarlo, pues. Pero, pero son a lo mejor huapangos de autor que fueron un acto creativo, pero que fue muy fácil volverlos comerciales, este, como pudo haber pasado con muchas canciones del ámbito comercial. Como pudo, como pasó con canciones que fueron netamente de un movimiento de nueva canción, de canción de protesta y que ahorita da una pena verlos de fondo musical en una plaza comercial. ¿no? O ver que artistas comerciales se las apropian y las cantan sin el contexto de lucha en el que nacieron, ¿no?
del acto comunicativo: Entrevista a Juan Manuel Mendoza Arroyo
Juan Manuel Mendoza Arroyo
Juan Manuel: Entonces, emm, ya después con mi abuelo paterno empecé a escuchar otras historias que fue cuando estuve haciendo la tesis, mi tesis de maestría sobre un ejido. Entonces estuve haciendo trabajo de campo con campesinos de aquí de Uruapan. Y entre las pláticas salieron algunas historias. Las historias que yo escuché tenían que ver con, emm, con toros, por ejemplo. Toros que se aparecían en ciertos lugares, ah, para cuidar tesoros enterrados.
Entonces yo preguntaba, porque entonces yo tenía mucho interés sobre este tipo de cosas y yo preguntaba, pero preguntaba, ¿pero cómo que un toro? Sí, decían, antes la gente se reunía y cuando les iba muy bien, y que lograban juntar un poco de dinero, se reunían y mataban un toro, lo comían y después el cuero lo curtían. Y ese cuero servía para hacer un zurrón, con ese zurrón lo llevaban a enterrar. Y el lugar donde se guardaba el dinero, este, quedaba protegido por un toro.
Entonces, eh, ese toro te espanta y te, y te dice mucho, ¿no? [mjm] te, si te llega a cornear te puedes morir y todo eso, te, te lanzaban como advertencias. Y decía la gente que cuando se, se encontraban estos tesoros se, se quedaba el dinero protegi…, se quedaba protegido por un toro, pero también, inclusive, podían hacer unas, una guirnalda con una guirnalda de tzurumuta y el hombre se subía a un caballo y gritaba maldiciones. Decían que la tzurumuta se quedaba preservando en, junto al zurrón de toro para que después, si alguien llegaba quererlos desenterrar, la tzurumuta se convertía en una especie de víbora, ¿no?
Entonces son esas historias que se contaban y las contaban porque, emm, había unos ejidatarios que ya estaban retirados del ejido, que estaban marginados, que las nuevas generaciones no les daban mucha entrada a la política y se dedicaban a buscar tesoros enterrados, pero la, lo curioso era que la búsqueda, decían ellos, que no era difícil encontrar el tesoro, sino lo difícil era encontrar compañeros, porque decían que cuando se buscaba un tesoro no tenía que haber ningún sentimiento de envidia o de mala vibra o de algo porque el tesoro se podía cambiar, de ser plata u oro, se podía convertir en lodo, en cualquier cosa, en piedra, en lo que sea. Entonces lo difícil era encontrar compañeros.
Guadalupe Hernández
Abraham Aguilar Gómez
ABRAHAM: ¿Usted cree que haya cosas así como fantasmas o aparecidos que la gente vea y que, pues, de alguna forma le asusten?
GUADALUPE: Por lo que he sentido y escuchado, sí.
ABRAHAM: ¿Qué, qué ha sentido o escuchado?
GUADALUPE: Este, eh, un día estábamos en la herrería que es de mi esposo y estábamos, en, parados en la puerta y estaban unas láminas que tenían cerca de dos o tres meses y no había pasado nada. Y estábamos esperando a mi hijo el mayor y fue, y salió a, a darle de cenar al caballo y me aventaron las, el zaguán, me cerraron el zaguán y me aventaron las láminas. Entonces cuando yo quiero entrar, las láminas, este, pues obvio que no me dejan entrar y al puchar yo el zaguán me caen directamente en una pierna que tengo enferma. [¿Las láminas?] ¡Las láminas! Y este, y sentí como que me jalaron de los cabellos y estaba una moto atrás de mí, y me fui del jalón que sentí, me fui como dos pasos atrás y se cayó la moto, caí encima de ella y las láminas alcanzaron a raspar mi pierna. Pero no había nadien que [que la empujara] Que na, que yo, o sea, yo no miré a nadie que lo empujara. Y me salí espantada, movimos la moto, puchamos las láminas como pudimos y, y me salí a la puerta a esperar a mi hijo. Y mi hijo venía corriendo de la, de donde había ido a ver el caballo y venía bien espantado, porque lo habían espantado también a él justamente en el momento en que nos habían espantado a nosotros [ah]. A él le salió la sombra de un señor alto, con sombrero, y este, estaba una escopeta como… a unos cuatro metros de la puerta de la entrada, colgada en la pared y cuando él abrió la puerta para sacar la pastura, estaba, este, apuntando su cabeza detrás de la puerta. Y él se vino espantado, que ni terminó de hacer lo que iba a hacer. Y justamente nos pasó a los dos en el mismo momento [al mismo tiempo] Ajá, al mismo tiempo. Y ya estábamos platicando y un señor que estaba allí, que lo acompañó a él, él también vio la sombra. Y, este, y me dijo cuando yo le estaba diciendo lo que me había pasado, a mi hijo, me dijo el señor: va una sombra para dentro de tu casa. Y ya no queríamos entrar, ni a cenar ni a esperar a que llegaran los demás para entrar todos juntos. Y cuando llegó mi esposo, pues siempre ya nos tuvimos que entrar y le platicamos lo que nos había pasado y nos dijo que eran nuestros nervios. Este, pus al fin del día nos fuimos, cenamos y nos fuimos a acostar. Y, este, a las tres de la mañana mi hijo volvió a gritar porque esa misma sombra estaba mirándolo al pie de su cama y se fue a, de cuando él gritó yo fui a su cuarto y se fue atrás de unas cortinas. Y luego, este, yo fui y le prendí la luz y se fue a los cuartos, al cuarto de la niña [¿la sombra?] tengo, la sombra, y después se fue al cuarto de nosotros y, se escuchaba como que arrastraba los pies, como que se quejaba y así duró vario tiempo espantándonos.
ABRAHAM: ¿Usted no sabe qué, que sea esta sombra? Si alguien antes allí y vivió y que estuviera como regresando.
GUADALUPE: Pues por lo que nosotros buscamos, a ver que haya sido. Llevamos a un sacerdote a dar la bendición a la casa. no. No sé que alguien haiga de ver, este, estado allí. Este, por la silueta, pus, me decía mi hijo que se parecía a mi suegro, quien hace diez años que falleció. Pero, no sabemos el por qué estaba tan, tan aferrado a estar allí con nosotros.
ABRAHAM: ¿Y la veían muy seguido?
GUADALUPE: Sí, casi diario duró. Duramos meses viéndolo allí hasta que vinieron unas personas a hacer oración. Fue el sacerdote a dar la bendición de la casa y, este, y fue de modo que se retiró.
ABRAHAM: ¿Entonces la veían todos los miembros de la familia? ¿O nada más usted y su…?
GUADALUPE: No, nada más mi hijo y ese día que yo la vi que, el señor que estaba acompañándonos el día que me aventaron a mí las láminas, él la vio entrar. Pero de mi esposo no escuchaba los ruidos, ni mi hija tampoco. Y él , pues, a veces nada más despertaba por los gritos de su hermano el mayor.
ABRAHAM: ¿Y cuánto hace de esto? Cuanto tiempo…
GUADALUPE: Ay, de esto hace como un año.
ABRAHAM: ¿Y ya desde ese año no la han vuelto a ver, ni han sentido nada?
GUADALUPE: No, después de que fueron a hacer la oración y que regresó el sacerdote, ya no.
Reina Molinero Carrillo
REINA: No, no, este, como le dijera, no cualquiera este, es Serineo.
DIEGO: ¿No se quiere sentar señora?
REINA: Sí. No cualquiera es Serineo.
GEORGINA: ¿Qué se tiene que hacer para hacer Serineo?
REINA: Pues, un muchacho que aguante el recorrido y que no jume en ese rato, porque hay muchos que se echan su cubita que pa tener valor porque los, penitentes que se mueren no cumplen [aja] o no cumplieron en vida [aja] y vienen a cumplir en muertos, y vienen, mija [aja] y que tenga valor. Porque si tú vas con penitentes, corre, corre, corre, por toda la calle y ha oscuros pues ya no este, viene, este, el penitente se hace la caravana con el muertito, y ellos necesitan hacerse pa un lado Los Serineos, para que le dejen el campo libre a ellos cuando se hace la caravana, y hace mucho aire cuando ellos, cuando ellos se juntan.
Gregorio Campos Reynoso
Hay una piedra más acá abajo, pero está muy feo, donde también se habla mucho, de la posición que lo conocen como “El toro” [ajá], pero es una piedra formada, tiene sus cuernos [mjm], tiene sus cuernos. Y eso, eh, no sé más o menos el año, qué puede decir, unos cincuenta y cinco, unos sesenta años, dice que un músico que fue de la comunidad de Sevina, dice que él sí lo encontró, encontró un pequeño torito, una, una piedra. Total, que este se lo llevó, y dice que este señor tenía mucho ganado, pero bonitos toros, o sea todo una, un ganado de dif, vacas, toros, pero los tenía bien bonitos [mjm]. Dice que él sí le tocó y se lo llevó, él se lo llevó. Pero bueno, igual, esa piedra aún sigue, el, la piedra grande [mjm], esa sí está.

