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Este repositorio tiene el objetivo de concentrar, de manera ordenada y sistemática, los resultados de la documentación en campo de
materiales orales en todas las lenguas habladas en México: no sólo el español y las lenguas que hablan los pueblos indígenas, sino también una serie abundante de
lenguas que se hablan en el mismo territorio como resultado de distintas migraciones. Su propósito es permitir la consulta de esos materiales no sólo a especialistas
de diversas disciplinas, sino también a las distintas comunidades en las que se documentaron.
El archivo de materiales sonoros, videográficos y textuales al que se puede acceder desde esta plataforma electrónica se ha construido colectivamente.
Reúne el trabajo de muchos documentadores que, por diversos motivos, se han encargado en distintos momentos de la historia de registrar las narraciones,
los cantos, los gestos y la memoria hablada de las personas en México. Pero también es una construcción colectiva porque sin todas esas voces y todas esas
personas este material no existiría.
Fragmentos aleatorios de Actos Comunicativos
Diego Romero Leñero
Ade, marikua sapichu Adelaidita
Karapani anapu tsánharhikua
ai male
jurhaskaksïni ixu jamperi exeni
jurhaskakeni sani uantap’ani
uékaparini eskaksi uantonskuarhiaka ménteru
juchari kompromisu.
¿O nóteruri míasinki ia, male
Adelaidita,
na enkasi pakatperapka jucha?
Jurhaskakeni sani uantap’ani
uékaparini eskaksi uantonskuarhiaka ménteru
juchari kompromisu.
Demetria Antonio Guzmán
GEORGINA: Oiga, y así como le contaban del charquito, ¿qué más le contaban sus abuelitos?
DEMETRIA: Pos, decían pues que había, andaba un rey allí [ajá]. Una, unos turistas andaban, no era, no era, este, así, así naturales como nosotros purépecha, [ajá] no eran, sino que eran unos turistas que andaban allí [mjm]. Que allí también, allí, acá, en esta parte [sí], allí en el campo santo para allá que allá también andaba una turista [mjm] que, que andaban pues bien, bien vestido, que te, que decía pues ese señor que tenía mucho dinero, allí [mjm]. Pero eso nomás lo llevaba la gente y se… murió, murió pues la gente allí. Andaban ya tantito que andaban borracho o juicio, así de noche que llevaba y que allí nomás, allí ¿no ve que allí ta una, una cuevita, así? Y ahí se, se caían [mjm] y se murieron ahí, la gente.
Domingo Castillejo
BERENICE: Oiga don Domingo… ah no no, sígale, sígale.
DOMINGO: Hey, por eso es que pues hasta ahorita se están componiendo [apenas], hey, apenas se están componiendo. Allá hacen fiesta, ya; pero son como dos, dos comunidades, otro hace el, este cómo se llama, el 12 de diciembre la fiesta de la virgen y otros que porque el general pues Lázaro Cárdenas andaba danto tierras pero para que en uniera con ellos, uniera, quitar los santos que ya no tuvieran porque eso eran de que quién sabe qué; aquí, aquí llegaron [mjm], pero no pudieron; ya se murió la señora que, que se paró en el templo cuando él quería entrar, se paró en la puerta y dice: “aquí no, primero muestro yo y, dice, entran ustedes, a ustedes no le…”, y andaba pues, este, Lázaro Cárdenas [ajá], y si nosotros decían que en la comunidad de aquí en la Pacanda quisiera ir, vivir en Oponguio, allá en aquel cerro que se ve pero la gente no quiso, que no no se movieran, aquí estuvieran, tuvo valores, era de allá de Puácuaro pero aquí se avejazaron y sí pues se defendió, y no nomás se defendió él sino defendió a la comunidad.
BERENICE: ¿Cómo se llama esa señora, se acuerda, Domingo?
DOMINGO: Eh, se llamaba Sofía, Sofía Flores pero más a otro apellido no no; era Flores. Eh, vive aquel su hijo se llama Nicodemos, a lo mejor todavía ya o ya platicaron con él.
BERENICE: No, no hemos platicado con él.
DOMINGO: Todavía vive por acá.
BERENICE: Nicodemos Flores.
DOMINGO: Nicodemos Campos Flores [ajá], es joven el muchacho orita [ajá], es joven él. Ya pues, este, cómo se llama, ese es, quedó, y otro señor que era su hijo de él se llamaba Ignacio Campos Flores, pero apenas anda allá. [Sí fuimos a verlo] Ya está grande ese señor, ha de tener, no me echo mentiras, arriba de unos 88, 88; eh, aquí el otro señor que ya lleva 92 años [¿quién es?], don Gil Campos [ya se quién] Urriega, ese es el único ya que aquí tenemos personas grandes [mjm], ya de nomás puro juventud; sí, ya tampoco, ya no todos de mismo edad sino ya algunos tienen 60, otros 70, otros 75 y de 80, 85, los que ya son más grandes, sí.
del acto comunicativo: Narración de coyotes en San Pedro de los Metates 1
Anastacia García López
José Correa Casales
Berenice Araceli Granados Vázquez
José: José Yo soy José Correa Casales, cuidandero de este museo, onde perdió la vida Emiliano Zapata por manos del coronel José María Guajardo.
Diega López Rivas
Berenice Araceli Granados Vázquez
Y tengo, tenía yo unas amiguitas, tendríamos como unos dieciséis años, diecisiete y, este, también en esa misma calle. Se llamaba Neta Téllez y su hermana Eva estaba casada con Juan Ruíz, así se llama el señor. Y ahí vivían en la misma calle. Yo vivía en la calle de enseguida de los Mártires trece de agosto. Y le... íbamos al baile, la invitaba yo:
--Vamos al baile.
Y nos íbamos al baile que era en la presidencia municipal, en el zócalo. Y su hermana le decía:
--No te vayas a ir, hoy vamos al cine.
Y tenía una sobrinita que se llama Bertha. Pero ella se metía en capricho y se iban conmigo. Y ya pasábamos, y ahí se quedaban, y ya nosotros nos seguíamos a nuestra casa con una hermana que ya falleció, que se llamaba Francisca. Ellas ahí se quedaban. Y dice que una vez no les abrió su hermana. Y tenía un carro el señor, y dice que se metieron al carro a dormir. Dice que estaban dormitando cuando vieron que venía un hombre de negro a caballo. Dice:
--No, dice [mjm], y cuando, este, venía acercándose al carro, dice, venía toda esa calle, la calle esa Vicente Guerrero y, dice, cuando ya se iba a acercar al, al carro, dice, alzó la cabeza el caballo, dice, y mira le salió lumbre de los ojos, dice. Y era un charro de negro con su sombrero bordado y sus espuelas, dice, le brillaban con la luz, dice. Y nos bajamos corriendo, dando de gritos, y empujamos la puerta, que de los empujones que le dimos del susto, se abrió, dice, y caímos a media casa, dice, gritando de miedo.
Y eso me lo contó mi amiga [mjm]. Ahora ya también está vieja como yo [risa de la recopiladora], pero me platicó ella:
--No ya no me voy a ir, nos espantaron. Fíjate que vimos un charro de negro [mjm] con su caballo.
Y sí ha de haber más personas que a lo mejor han tenido también esas experiencias [ajá]. Pero ya no se sabe bien si haiga sido Zapata o haiga sido Agustín Lorenzo.