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Este repositorio tiene el objetivo de concentrar, de manera ordenada y sistemática, los resultados de la documentación en campo de
materiales orales en todas las lenguas habladas en México: no sólo el español y las lenguas que hablan los pueblos indígenas, sino también una serie abundante de
lenguas que se hablan en el mismo territorio como resultado de distintas migraciones. Su propósito es permitir la consulta de esos materiales no sólo a especialistas
de diversas disciplinas, sino también a las distintas comunidades en las que se documentaron.
El archivo de materiales sonoros, videográficos y textuales al que se puede acceder desde esta plataforma electrónica se ha construido colectivamente.
Reúne el trabajo de muchos documentadores que, por diversos motivos, se han encargado en distintos momentos de la historia de registrar las narraciones,
los cantos, los gestos y la memoria hablada de las personas en México. Pero también es una construcción colectiva porque sin todas esas voces y todas esas
personas este material no existiría.
Fragmentos aleatorios de Actos Comunicativos
del acto comunicativo: Entrevista con Manuel Bautista Medina
Manuel Bautista Medina
del acto comunicativo: Entrevista a Guillermina Martínez Bernabé
Guillermina Martínez Bernabé
Lucía Yunuen: Mm, bueno, ustedes [estornudo] [disculpen].
Varela: Dice, ah, o sea, fuera del lago ha tenido como encuentros así como paranormales o de, con ánimas o con espíritus o algo así.
Guillermina: mm, no, de ese tipo nunca, eh, nadie, nadie, de todos los que vivíamos en ese tiempo éramos bastantes chiquillos, bastantes los que llegamos a jugar ahí. Y nadie salía asustado por otro tipo de cosas [mjm]. Nuestro único miedo y que siempre nos amenazaban y nos asustaban que La Llorona. Yo no lo llegué a tomar mucho en serio, nunca, hasta que yo lo escuché [mjm]. Una sola vez y fue todo, ya no, ya, yo ya no volví a escuchar porque ya nada más oía y ya nomás dicen “es que a lo lejos se oyó” [mjm]. Yo ya no esperaba escuchar, ya nos tapábamos [risa], porque con esa tuve.
Jorge Luis Morelia Murguía
VÍCTOR: ¿Y tu instrumento, tu único instrumento es el saxofón?
JORGE: No, hace mucho tiempo aprendí a tocar la guitarra y también el violín; mi papá me enseñó a tocar el saxofón, pero como era muy, muy estricto, siempre, este, a veces, a veces sí, este, llegaba y, cuando estábamos solfiando, y le hacía:
--Do, mi, sol, mi…
Y luego me decía:
--¡Fa, fa!, decía, ¿qué no sabes leer?
Y le decía [mj]:
--Pus es que, es que, este, sí sé leer, pero la nota no, es más difícil.
Entonces a…, tomé el violín, pero sabes que el saxofón tiene un sonido inigualable, me gusta mucho [te gusta mucho], más que el violín, y el violín es muy, muy sencillo. Como que es mucho…, me gusta más el saxofón [mjm].
VÍCTOR: ¿Y tu, tu primer acercamiento fue a una guitarra entonces?
JORGE: Sí, fue a una guitarra. En un, se llamaba “Taller de experimentación y creación de arte popular”, música de protesta y cosas de esas.
VÍCTOR: ¿Y componías canciones para ese taller?
JORGE: Yo no, yo no componía, pero los compañeros que estaban ahí, ellos sí compañía, sí componían, tenían varias composiciones, este, uno, una me acuerdo que se llamaba “María”, muy bonita:
Todos los días se ve a María,
cómo le crece un año más,
su voz no habla,
pero sus ojos lo llenan todo,
no hay porque hablar.
Sí, está muy bonita. Es acerca de la liberación de las mujeres, ¿no?, que, que hacen el quehacer y todo, y así [inaudible]. Aún no, aún no alcanzan a que tienen, a donde tienen que llegar [sí, sí, sí]. Eso es.
del acto comunicativo: "La música siempre, siempre estuvo allí para aliviarme"
César Hernández Elizondo
CÉSAR: Ya. Bueno, pues, pues, con, bueno, relacionado con, con la cuestión de la música, pues desde muy chavito yo me acuerdo que, que ya, ya tenía desde siempre, ¿no?, como un interés por, por tocar, por escuchar música. Pues, recuerdo así, juegos de, de infancia en los que me armada así una batería de botes o de cazuelas, ¿no?, y me ponía ahí a darle y me pasaba horas, era como que, pus mi forma de entretenerme así de chavito. También salía, era, era bien, bien vago, pero también pasaba mucho tiempo solo, así, pus inventando qué hacer, ¿no? Jugando; ss.... agarraba las raquetas así de juguete y para mí eran una guitarra o algo así.
del acto comunicativo: La mejor universidad que existe está en la calle
Juan Carlos Smith
del acto comunicativo: Primera entrevista a Pedro Cerano Pozar
Pedro Cerano Pozar
Adela Rascón Rojas, Ana Georgina Alanís Nuñez, Diego Roberto Vargas Vázquez, Tzitziki Jaimes
Georgina: ¿Y, y eso de dónde lo sacó usted o cómo lo aprendió?, ¿o usted se lo inventa o…?
Pedro: Mira, ira, había un tío [ajá], se llamaba Eusebio [mjm]. Una vez me dijo que le ayudara yo con la escritura. Él era, pues, maestro también, eran los maestros antiguos. Entonces, yo, yo escribí todo lo que es un libro, un cuaderno para toda la pastorela, y yo ahí grabé, ahí aprendí, y posteriormente, pues, ya me invitaban a mí, ya, siempre me invitaba casi todos los años, todos los años. Hay otros maestros también, y este, sí, sí nos invitan, pues, cuando hay tres cargueros, porque son tres niños [mjm], siempre me invitan. Una vez fui a Patamban, también me invitaron [mm] a enseñar ahí, pues, a la pastorela y le gustó mucho también, le gustó mucho. Nomás que ahorita ya la chavalada no entiende, no queren ya portarse bien [mm], pues uno les dice:
—Mira, no, no anden así, no.
No, ya no entienden, anteriormente sí, lo que uno les decía, hacían. Ahora ya, ya la muchachada ya no, más bien se ponen a platicar acá y uno acá, pues, enseñando [mm]. Porque yo desde, en octubre, noviembre, empiezo a dar el ensaye a todos, porque son, pues, hartos. En primer lugar, los rancheros son los que no pueden aprender cantos, relatos sí aprenden, pero cantos no lo pueden corregir, no se pueden, no se pueden enseñar. Uno canta por acá con otra voz, otro por acá y ahí tiene que, que cotejarlos uno bien, bien. No, y es una lata pues, es una lata, sí, sí es enfadoso, pues.
Eduardo Luna Madrigal
Eduardo: El barrio de aquí de Uruapan se caracteriza por esto, hay muchísima agua. Bueno, en, en aquel entonces era, era un vergel todo, todo, todo, todo Uruapan era un vergel. Me digo, le decía a Lucy, le digo, olvídate orita de cómo ves a Uruapan, orita. O sea, en aquel entonces lo veías tú sin banquetas, las calles empedradas, las casas, eh, donde yo me crié, donde yo me crié, pues eran casas de madera, madera con, este, con tejamanil, con láminas de, de lámina de cartón. Este, eh, una que otra de adobe. Muy contadas, las, las, las, este, las casas, las casas de concreto, las casas de material, eran muy contadas.
Este, eh, todas se caracterizaban también porque en todas, en, yo creo que sin excepción, había un patio grande. Eh, había huer, había muchísimos en el barrio donde me crié. Muchísimos lotes, muchísimos, este, lotes baldíos con, con huertas, con montón de vástagos, de, de árboles de guayabas. Guayabas, este, guayabas criollas, pues. Guayabas, mangos, nísperos, mmm, era, era, era hermoso. Eh, las ban, no había banquetas, las banquetas estaban llenas de matorrales, este, las calles, estaban [ríe] todas, todas chuecas, todas llenas de pozos. Pero ahí nos salíamos nosotros a jugar a con, a con los chiquillos.
Y yo toda mi vida fue pobre y no, no me, nunca me he avergonzado de, de serlo. Y yo haga de cuenta, pus así me crié, con los zapatos rotos y con un pan, pantalón, con un pantalón, este, con dos, dos cambios de ropa, con la camisa toda, no, no sucia porque mi madre pues sí me, ni, ni, ni descosida, toda parchada. Y así me crié, jugando en la, jugando en las, este, jugando en la calle a las canicas, al, al tropo, al yoyo, al balero, este, al fútbol, eso, eso de todo, yo. Dejábamos los zapatos nuevos y, este, y nos salíamos con los viejitos. Este, no había tenis. Digo, nosotros no teníamos tenis ni había tenis de marca, ni, ni, ni por aquí, ni por aquí se nos pasaba en algún día andar comprando tenis Adidas o Nike, o Naiki, o nada, nada, nada de eso. Los tenis que en aquel entonces eran, eran Faro o eran Puma, creo que eran los, eran las marcas de, de tenis. Y, pero nosotros así éramos felices así con lo que teníamos de chiquillos [mjm].
Le decía a la Lucy la semana pasada, yo no entiendo, todavía no alcanzo a comprender, en qué cambió tanto, en qué cambió tanto, este, las costumbres. Porque hasta, hasta parece ser que todas esas tradiciones, todas esas leyendas de duendes, de duendes, de aparecidos, de fantasmas, y que del, y que del, eh, y que del Charro Negro, y que de La Llorona. Pues, es que ya, ya no, ya no se, ya no se escucha [mjm]. Ya no se escucha [mjm].