Las visiones de Juan Joseph García

Archivo Histórico Casa Morelos, Siglo: XVIII,  Caja 1236, exp. 37,  Fondo: Diocesano, Sección: Justicia, Serie: Inquisición, 1754.

 

Transcripción: Yeraldine Molina Valladares.

Cecilia López Ridaura

 

[f. 1r]

San Miguel el Grande, año de 1754.

El secretario que haze de fiscal del Santo Oficio de México contra María Antonia de la Trinidad, mulata, buida, vezina del Puerto de Sosa [tachado: y otras] por rebelaciones.

 

 

[f. 2r]

[Nota superior izquierda:]

Presentada en el Santo Oficio en 21 de maio de 1753. Señores ynqquisidores Bárzena, Arias y Tagle [rúbricas]-

 

[Nota superior derecha:]

Havísesele del rezivo y se le ordene que examine los tes[continúa al margen:]tigos que ayan comunicado al denunziante por algún tiempo y con expezialidad del presente año, y les pregunte si lo han tenido de cabales potenzias y que se le pueda dar entero crédito. Y executado, procure informarse con cautela de las zircunstanzias y porte de vida de las denunziadas y la reputazión de estas en que comunmente son tenidas, y se le devuelba la denunzia [rúbrica].

 

Muy ilusttre venerable Santo Tribunal.

Mui señor mío. Es adjunta una denuncia que hizo de su madre y otras personas Juan Joseph García del Puerto de Soza de esta jurisdi[ci]ón y distante de la villa como tres leguas, mulato, de oficio arriero. No cognosco a persona alguna de las denunciadas; él sí me ha parecido que está en su entero juicio y que por lo amedrentado que se aya hizo esta denuncia, que es quanto se me ofresse que poner en la consideracion de esse Santo Tribunal a quien guarde la bivina [sic] magestad para aumento de nuestra santa fee. Villa de San Miguel y mayo 23 de 1753 años.

Besa la mano a vuestra señoría, su reconocido súbdito y capellán.

Juan Manuel de Villegas [rúbrica].

 

[f. 2v]

En 22 de maio de 1753 se escribió a este comisario por el Tribunal arreglado al decreto y se le remitió la denunzia orijinal [rúbrica].

 

Denunzia contra a María Antonia de la Trinidad, mulata, madre del denunziante, a Figenía, yndia que sirbe a [tachado: Briseño] Joseph Briseño, a la muger de Joseph Arsia, tullido.

 

[f. 3r]

En la villa de San Miguel el Grande en primero de el mes de mayo de mil setesientos sinquenta y tres años, por la mañana, ante el señor comisario del Santo Oficio, lizenciado don Juan Manuel de Villegas, cura beneficiado, juez eclesiástico y comisario de crusada en dicha villa, paresió sin ser llamado Juan Joseph García, mulato, soltero, vezino de el Puerto de Sosa, quien para descargo de su consiensia, baxo el juramento que hizo a Dios y la señal de la santa cruz de decir verdad en todo lo que dixere, dixo que el Domingo de Ramos en la noche o Lunes Santo próximo pasado del presente año, como a las nueve de dicha noche, estando sentado en la cosina de su casa, sintió ruido en ella y vio que calleron al suelo unos vultos como aves dando un traquido, y vio repentinamente a María Antonia de la Trinidad, viuda, mulata, su madre, junto a la lumbre enfriando agua en una xícara, a quien preguntó que qué tenía, y qué estaba haciendo, a que no le respondió ella cosa alguna. Y entrándose el que declara a acostar azorado de lo que havía visto, volvió la cara y la vio venir para él con un cuchillito en la mano, como que le quería dar con él. Y gritando a un hermano suio llamado Luiz, le dijo: “Luiz, mira a mi madre, que me quiere matar”, y no lo oió.

Otro sí dise que el día siguiente, havéndose entrado a acostar, pensando que estaba dormido, su mujer, que se llama Ysabel, su hija Juliana, otra muchacha [sobre el renglón: Michaela] y su madre María Antonia, todas estas vio que a Joseph de Arsia, tullido tiempo de tres años ha, le sacaban unas culebras con la diligensia de apretarle las rodillas y que no sabe el fin que las culebras tuvieron. Que otro día vio que la mujer de este tullido, como a las siete de la mañana, paró en el suelo un olote y de él vertían unas viboritas, que le preguntó qué significaba aquello y no le dio respuesta a su pregunta, por lo que se salió de el quarto de el enfermo, que estaba dormido, mistrandole a Ysabel el rosario, quién le dijo: “solo eso puede valer a usted”.

Dice más: que la noche de el Lunes Santo, por el miedo que se tenía de lo que estaban haziendo se fue a dormir a la cosina de su amo, Joseph Briseño, y como a las quatro de la mañana vio venir por lo alto y calló en el suelo un guajolote, a cuio ruido, aplicando la vista, vio detrás de un metate a Efigenia, yndía, soltera, que sirve a dicho Briseño y le dixo el que declara que de dónde venía, que mucho había madrugado, a que no respondiéndole, se quedó allí diciendo: “¡Ave María santísisma, ¿qué será eso?!”, y lo miraba la Efigenia como vergonsosa y espantada, y la Ysabel le dijo a éste que por amor de Dios no dixese cosa alguna, que ía le había visto en aquella fragilidad, a quien respondió: “como no se me siga daño, no tenga usted miedo, Dios le aiude” [f. 3v]. Que la misma mañana, la dicha Efigenia llamó a una mujer que nombran María la Queretana, de calidad coiota, soltera, que sirve a dicho Briseño y compañera de ella, y como espantada de que la huviera visto que venía agachándose como maneada, que en la cosina junto de un metate estaba un chiquiuite y una batea boca abajo y la Efigenia volteó el chiquiuite y le echó un costal prieto de lana y la Queretana volteó la batea.

Que después entró una muchacha entenada de don Joseph de Araisa (que no sabe cómo se llama); traía en las manos tres peines de china viejos que, temblando y espantada, se lo [sic] daba a el que declara, quien respondió no los quería, que fuera y los echase donde echaban sus cosas. Que el que declara se enfermó de miedo de ver lo que tiene dicho. Que ese mismo día por la mañana quería ir a cojer un San Antonio y dispertar a su amo, dicho Briseño; se lo impidieron disiéndole que no entrara a hazer ruido, que estaba loco, y le respondió a la Efigenia: “más loca estará usted, que yo amo a la virgen María y no le huyo”. Que un indio nombrado Ysidro, soltero, que vive en cassa de Vicente Aullo, el Miércoles Santo por la mañana amenazó al que declara con dos piedras, y preguntándole por qué le quería dar, se detuvo sin responderle cosa. Que el mismo día miercoles al medio día, estando el que declara en su casa bien aquejado de ancia y dolor en el corazón, vino Gertrudis Briseño, casada con Joseph Antonio de Artoja, enfermo, y le traxo un xarro de suero con el que se alivió, sin haverle antes communicado su mal ni a ella. Que luego que se fue la dicha Gertrudis, vino María Antonia, madre de el que declara, y le dijo: “estás endemoniado, yo te haré ahora a palos”, que le dio bastantes hasta que lo derribó a sus pies. Que se los beso y le dijo: “usted me perdone por la vición que vi la otra noche”. Que ella enojada le repetía estaba loco y endemoniado. Que el enojo era porque quizo (el que declara) una cruz que bendixeron los padres misioneros de un mesquite. Que desde el Jueves Santo se vino de su casa por el miedo que le han causado esas cosas.

Que estando en el Puerto de Nieto en casa de Francisco Xavier durmiendo en [¿la casa?] [f. 4r] de un hombre nombrado Julián que enseña a leer a unos muchachos en dicho puerto, como a los primeros gallos, sintió un peso que se le cargaba encima y le peliscó en un quadril, de que le quedó una señal que le duró dos días, que con esto trató en dicho puerto de confesarse con el padre don Pedro Ángel Ramírez, quien, haviéndole oído algo de lo que tiene declarado, le dijo viniera a esta villa y se confesase con el padre don Martín Samudio, familiar de el Santo Officio, quien vería a el señor cura. Que a dicho puerto fue su madre, la dicha María Antonia, a traerlo, que lo quería poner en el obraje por el testimonio que le havía levantado, a que le respondió: “no es testimonio, ¿no se acuerda usted de lo que ha pasado?, y si es testimonio, vamos a confesar, que aí está el padre”. Que le dijo se fueran a su casa, a que se resistió el que declara diciéndole: “vámonos derechos a la villa a veer al señor cura para que después de que me aya confesado determine de mí”. Que su madre se fue a su casa en dicho Puerto de Sosa y él se vino a esta villa para hazer esta declaración. Y que esta era la verdad de todo lo que ha pasado baxo de el juramento que tiene echo. Que no lo dice por odio o pasión, sino por cumplir con su conciencia. Y por no saber firmar, lo hizo por él el infraescripto notario, con dicho señor comisario, de que da fee.

Juan Manuel de Villegas [rúbrica].

Juan Joseph García. [rúbrica]

Paso ante mí, Joseph Anttonio Ramos de Castilla, notario de el Santo Oficio [rúbrica].

 

En la villa de San Miguel el Grande, en onze de mayo de mil setecientos sinquenta y tres años, por la mañana, ante el señor comisario de el Santo Oficio, lizenciado don Juan Manuel de Villegas, cura beneficiado por su magestad, juez eclesiástico de dicha villa y comisario de crusada, pareció Juan Joseph García, siendo llamado, mulato, soltero, que parece ser de veinte y siete u ocho años, vezino de el Puerto de Sosa, el cual, estando presentes por honestas personas en esta congregacion de San Phelipe Neri los padres don Manuel Antonio Gutiérrez y don Pedro Ángel Ramírez, presbýteros de dicha congregasión que tienen jurado el secreto, fue recevido juramento en forma y prometió decir verdad. Preguntado si se acuerda haver depuesto ante algun juez contra persona alguna sobre cosas tocantes a la [fe], [f. 4v] dijo se acuerda haver dicho su dicho ante el señor cura de esta villa y se refirió en substancia lo en él contenido y pidió se le leiese. Y siéndole leído, dixo que aquello era su dicho y no havía que alterar, añadir o emmendar porque como estaba escripto era la verdad, y en ello se afirmaba y afirmó, ratificaba y ratifícó, y si necesario era lo decía de nuevo contra las dichas que denuncia, no por odio, sino por descargo de su conciencia, y que solo lo que se le ofresía que añadir era que una de las noches de sus miedos y sustos sentía en el cuello que le tiraban de el rosario, rosándole con él (por varias vueltas que le daban) el cuello. Encargósele el secreto, lo prometió y lo firmó por él el infraescripto notario, con dicho señor comisario y testigos.

Juan Manuel de Villegas [rúbrica].

Juan Joseph García [rúbrica].

Padre Pedro Ángel Ramires [rúbrica].

Padre Manuel Anttonio Gutierres [rúbrica].

Paso ante mí, Joseph Anttonio Ramos de Castilla, notario de el Santo Oficio [rúbrica].

 

[f. 5r]

[Al margen:] Es copia de lo que se le escribió a este comisario de San Miguel el Grande.

 

[Al margen:] Se debuelbe la denunzia para que la tenga presente para [tachado: que] practicar las dilixencias que se encargan, la que debolberá original.

 

En este tribunal se rezivió la de nuestro comisario, sus fechas 1° y 13 del corriente mes y año con la dilixenzia practicada de nuestra orden contra Juan Joseph Leal, polígamo, y la denunzia de Juan Joseph García, mulato, contra su madre y otras personas por el delito de rebelaziones. Y en su vista emos mandado havisar de su rezivo y ordenar a nuestro comisario que examine los testigos que ayan conozido al denunziante por algún tiempo y con expezialidad del presente año, y les pregunte si lo han tenido de cavales potenzias y que se le pueda dar enetero crédito. Y executado, procure informarse con cautela de las zircunstanzias y porte de vida de las denunziadas y la reputazión de estas en que comúnmente son tenidas. Y evacuadas las dilixencias a continuación de esta, nos la remitirá original nuestro comisario. Dios guarde a nuestro comisario, etcétera. Ynqquisición de México y mayo 22 de 1753.

 

Al bachiller don Juan Joseph [sic] de Villegas, cura y juez eclesiástico y comisario del Santo Ofizio en San Miguel el Grande.

 

[f. 5v: en blanco].

 

[f. 6r]

[Nota superior izquierda]:

Recivida en el Santo Ofizio en 1 de agosto de 1754 años. Señores ynquisidores Bársena y Arias [rúbrica].

 

[Nota superior derecha]:

A los anttezedentes y dese quentta [rúbrica].

 

[Al margen:] Y vistos, dixeron se asiente en el libro esta denuncia y se havise al comisario del recibo de las dilixencias encargándole esté con el cuidado de informar de la denunziada, siempre que tubiere noticias de caso particular de su porte y opinión, y asimismo de la cabecera a donde toque Puerto de Nieto, donde se dize haberse mudado la denunziada, y póngase estos autos en su lugar.

 

Muy illustre venerable Santo Tribunal.

Mi señor. La adjunta denuncia echa por Joseph García contra su madre María Antonia de la Trinidad, mulata libre, se detuvo en venir a mis manos y después se ha demorado porque, para proseder con el sygilo que debo y ser de ranchos esta gente, questa trabajo. De la madre denunciada no he podido averiguar cosa, aunque con pretextos lo he solisitado. Solo supe que oy vive el mismo denunciante con ella y se mudaron a Puerto de Nietto. Es quanto se me ofresse poner en la comprhención de esse Santo Tribunal que Dios guarde para bien de la christiandad. Villa de San Miguel y julio 24 de 1752.

Besa la mano a vuestra señoría, su reconocido súbdito y capellán.

Don Juan Mnauel de Villegas [rúbrica].

[f. 6v]

En 14 de agosto de 1752 se escribió al comisario de San Miguel el Grande como se manda en el decreto por el secretario Ybarra [rúbrica].

 

Esta denunzia se asentó en el libro de denunzias [rúbrica].

[f. 7r]

En este tribunal se rezivió la de nuestro comisario, su fecha 13 del corriente mes, con la denuzia de Juan Joseph García, de calidad mulato, contra su madre y otras personas por el delito de supertiziones. Y en su vista hemos mandado havisar de su rezivo y ordenar a nuestro comisario que examine los testigos que hayan conozido al denunziante por algún tiempo, y con expezialidad del presente año, y les pregunte si lo an tenido por de cavales potenzias y que se le pueda dar entero crédito. Y executado, procure informarse con cautela de las zircunstanzias y porte de vida de las denunziadas y la reputazión de estas en que comúnmente son tenidas. Y evacuadas las dilixenzías a continuación de estta, nos la remitirá nuestro comisario, que guarde Dios, etcétera. Ynquisizión de México y mayo 22 de 1753.

Licenciado Luis de Barcena y Quixano [rúbrica].

Licenciado Joachín Arías y Urbina [rúbrica].

Doctor don Juan Francisco Tagle y Bustamante [rúbrica].

Por mandado del Santo Oficio, don Pedro de Ibarra, secretario [rúbrica].

 

Al bachiller don Juan Joseph [sic] de Villegas, cura, juez eclésiastico y comisario del Santo Ofizio en San Miguel el Grande.

 

[Nota:] Se debuelbe la denuncia para que la tenga presente para practicar las dilixencias que se encargan, la que debolberá. Rúbrica.

 

[f. 7v: en blanco].

[f. 8r]

En la villa de San Miguel el Grande a catorce de el mes de mayo de mil setecientos sinquenta y quatro años, ante el señor comisario de el Santo oficío y de crusada, licenciado don Juan Manuel de Villegas, cura jues eclesiástico de dicha villa, pareció siendo llamado Joseph de Artiaga, vecino de el Puerto de Sosa, al parecer español, de edad de quarenta años, casado en dicho Puerto con María Ephijenia Redonda, quien, puesta la señal de la santa cruz, juró a Dios nuestro señor decir verdad en lo que se le preguntase según lo supiere. Preguntado si sabía o presumía la causa por que ha sido llamado, dixo ignoraba para qué fuese. Preguntado si conocía a Juan Joseph García, mulato, vezino de dicho puerto de Sosa, el cual servía de arriero a Joseph Antonio Briseño, dixo que por su nombre no venía en conocomiento, pero que por tal sirviente de dicho Briseño y por las señas que se le dan de haver estado enfermo y haverse salido de la cassa de su madre lo conocía muy bien y sabía ser el mismo hijo de la que llaman la Arriera, con quien ha tenido conocimiento (esto es, con dicho García) un año antes de que se saliese de el lado de su madre y se viniese a casar a esta villa y que más ha de un año que se vino de dicho lugar. Y que la causa de venirse fue por curarse en dicha villa, pues supo que estaba enfermo y que la mujer de el que declara le dijo estaba enfermo de aire. Preguntado si en ese tiempo que lo conoció y manejó lo reconoció hombre de razón y en los cabales de su juicio, o si acaso supo o experimentó en él alguna enfermedad de alguna demencia o locura, y, por último, si reconocía ser hombre que sabía bien lo que hablaba, respondió que siempre que lo conoció lo halló en su entero juizio y que no ha tenido la más leve noticia de alguna falta de aquellas que se le preguntan. Preguntado si en dicho Puerto de Sosa havía otras personas que le conociesen que fuesen de razón, a que respondió dando a entender que, aunque lo conocían varios, pero que un hermano suio que está para venír de Guanaxuato ha tenido con él bastante conocimiento. Que esta es la verdad en lo que sabe de lo que se le pregunta, y así lo declaraba por el juramento que tiene echo. Encargósele el secreto y advirtiósele traxese a su hermano sin que le declarase el motivo, por la dificultad que se pulsa en rastrearlo breve por [f. 8v] otra mano. Y prometiendo uno y otro, por no saber firmar lo hizo por él el infraescripto notario con dicho señor comisario, de que hace fee.

Juan Manuel de Villegas [rúbrica].

Joseph de Artiaga [rúbrica].

Pasó ante mí, Joseph Anttonio Ramos de Castilla, notario del Santo Officio [rúbrica].

 

En la villa de San Miguel el Grande a veinte y tres de mayo de mil setecientos sinquenta y quatro, por la tarde, ante el señor comisario de el Santo Offcio, licenciado don Juan Manuel de Villegas, comisario de crusada, cura y jues eclesiástico de dicha villa, pareció siendo llamado Joseph Antonio Briseño, vesino de el Puerto de Sosa, español, de edad de quarenta años, casado con María Concepción de Artiaga, quien tiene proprio rancho en dicho puerto y antes tuvo su requa, de la que esa se deshizo. Preguntado si sabía o presumía para qué fin fue llamado, dijo baxo el juramento que tiene echo a Dios y la señal de la cruz so cuio prometió decir verdad en todo lo que se le preguntare, que una vez primera que fue solicitado de dicho señor cura no supo el fin para que fuese, pero por algunas preguntas que entonces le hizo discurrió esta segunda vez fuese para saber dicho señor cura si acaso le havía servido un moso llamado Juan Joseph García y el tiempo que le havía servido, y que sabiendo ahora ser esto lo que se le pregunta, responde que le sirvió el tiempo de año y siete meses, y que havrá cosa de más de un año se salió de su combeniensia y se vino a esta villa a casarse. Preguntado si en ese tiempo que le sirvió reconoció en él alguna enfermedad de trastrabilla su juizio o le huviese experimentado alguna locura, dixo que en todo el tiempo en que le sirvió estuvo algo enfermo, pero fue de fríos y no experimentó que estuviera algo demente, pero que quando se salió de su cassa y se fue a la de su madre, María Antonia la Arriera, le dixeron (aunque él no lo vio) [subrayado: que estaba medio loco],y que se decía que su madre le huviese echo algún daño y que esta desía que en el Puerto de Nieto pudieran haverle echo algún perjuicio. Y que esta [f. 9r] enfermedad le havía durado el tiempo de quatro o seis días, pero después ia no se dixo de esto cosa alguna. Y que poco ha lo vio aora en el tiempo presente y lo halló como siempre en sus cabales. Que lo que se dijo de su locura no era porque dixesen estaba en aquellos pocos días loco declarado, sino que se sonaba estuvo como fuera de sí. Y que esto era todo lo que sabía en lo que se le preguntaba y no sabía otra cosa. Y que esta era la verdad por el juramento que tiene echo, lo cual no decía por odio o aborrecimiento, sino por descargo de su conciensia, lo que firmó con dicho señor comisario de que da fee el notario infrascripto, y prometió guardar el secreto.

Juan Manuel de Villegas [rúbrica].

José Antonio Briseño [rúbrica].

Pasó ante mí, Joseph Antonio Ramos de Castilla, notario del Santo Officio [rúbrica].

 

En la villa de San Miguel el Grande en catorce días de el mes de julio de mil setesientos sinquenta y quatro años, pareció, siendo llamado por el mes de maio cuando no se pudo ejecutar esta dilijensia por haver estado hasta este mes de julio enfermo, por lo que parece segunda vez oi dicho día ante el señor comisario de el Santo Oficio, cura y juez eclesiástico de dicha villa, licenciado don Juan Manuel de Villegas, por la mañana, Joseph Vicente de Artiaga, hermano de Joseph de Artiaga, español al parecer, soltero, de edad de veinte y dos años, vezino de Puerto de Sosa, labrador, quien, haviendo echo juramento de decir verdad en todo lo que se le preguntare, puesta la señal de la santa cruz, y preguntado si supo entonces y sabe ahora la causa de haver sido llamado, dixo que entonces no lo supo, pero por algunas razones que se le apuntaron se haze juicio será para preguntarle si conce a Juan Joseph García, arriero de su cuñado Joseph Briseño, a lo que responde que sí, lo conoció el tiempo de un año sirviendo al dicho Briseño. Preguntado si acaso en ese tiempo le conoció alguna enfermedad extraordinaria o alguna falta de juicio en sus acciones y palabras, dixo que en ese tiempo que se le pregunta no experimentó cosa alguna de lo dicho, pero que luego que dicho García salió de la casa de dicho Briseño, oió [f. 9v] [subrayado: que estaba algo loco], y que se havía venido al santuario de nuestra señora de Guadalupe en esta villa donde havía venido a confesarse con el padre Martín de Samudio, pero que no supo la causa de dicho accidente ni el modo por donde le vino, sí le dixeron, según le parece y se acuerda, que como sinco días estuvo como medio loco, hablando algunos disparates y enojándose. Preguntado si sabía otra cosa más fuera de lo ia dicho, respondió que nada más sabe de lo que tiene respondido, lo que decía con la verdad que baxo de juramento tiene prometida, lo cual no decía por odio ni aborrecimiento, sino por ser preguntado y cumplir con su obligación y consciensia. Encargósele el secreto, y lo prometió y firmó su dicho con dicho señor comisario, de que el infrascripto notario da fee. Entre renglones el nombre de el comisario: vale.

Juan Manuel de Villegas [rúbrica].

Jocephe Bicentte de Artiaga [rúbrica].

Pasó ante mí, Joseph Anttonio Ramos de Castilla, notario de el Santo Oficio [rúbrica].