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Después de un un rato dijo el segundo: “No me toquen: Sudo sudar es lo que que hago ¡Ciertamente!” Y luego el tercero: “¡No sobre la pared!” ¡No ¡No sobre la pared! ¡No!” Sin embargo el cuarto: “¡Fruto maduro!!” Tras un largo silencio gritó el quinto con voz aguda: “¡Despiértenlo! ¡Ábranle los ojos! Una piedra cae rodando de la montaña ¡Una piedra piedra piedra una una una piedra piedra piedra una una una piedra piedra piedra una una una pie- dra! ¡De la montaña! ¡Cae rodando hacia abajo! ¡Agúcenle las las orejas! ¡Oh ábranle los ojos! ¡Alárguenle las las piernas! piernas! Largas largas las piernas!!” El sexto que estaba de pie al lado gritó fuerte y tajante: “¡Silencio!”